Los últimos enfrentamientos verbales entre las diplomacias de Lima y Santiago, por el contencioso marítimo llevado a la Corte de la Haya, han generado un debate en ambos pueblos sobre nuestras relaciones políticas. Esta situación ha agitado las declaraciones de algunos “halcones” como el ex General peruano Donayre, que hablan de una guerra con Chile en el futuro, alimentando el chauvinismo derechista. El corrupto de García acaba de llamar a la “unidad nacional” para evitar cuestionamientos. Bolivia ha manifestado que piensa apelar a la Haya para lograr su salida al mar. Y USA mantiene un silencio cómplice con la nación mapochina.
Pero estas rencillas políticas no son nada nuevo. Nuestra historia está llena de conspiraciones y enfrentamientos bélicos. La Guerra del Pacífico de 1879-84 (cuando nos quitaron Tarapacá y Arica), así como posteriormente el Plan Cóndor, impulsado por Pinochet (agente de USA) en 1973, demuestran claramente, que el Estado chileno, tiene la aspiración de “potencia regional” (quito Antofagasta y el mar a Bolivia), bayoneta del imperio del norte.
Por eso no es casualidad que el actual contencioso se de en una coyuntura política andina muy convulsa. Toda la región está caracterizada por un proceso transformador que ha desembocado en gobiernos nacionalistas de izquierda en Venezuela, Bolivia, Ecuador, etc. Ya hemos visto como la derecha boliviana utilizó esta cuestión para evitar la llegada de Evo al poder. En el propio Chile, la administración de Bachelet, es una expresión distorsionada del proceso de rebelión social. No obstante, Bachelet, socialdemócrata como García Pérez, traicionó sus promesas y está aplicando el modelo neoliberal, que a fracasado en el mundo.
En las últimas semanas hemos podido ver como las luchas sociales han puesto a estos regímenes de derecha contra las cuerdas. Bachelet tuvo que ceder en el aumento de salarios de 14% a los trabajadores estatales. De igual modo, García, ha tenido que retroceder frente a inspiradores levantamientos sociales como el Moqueguazo. Y la tendencia, teniendo en cuenta nuestra dependencia de los mercados en recesión de EE.UU y Europa, es hacia una radicalización del movimiento que puede desembocar en una crisis de poder.
Entonces, que mejor para ambas derechas nativas, que alimentar, como antes, los odios nacionales. Bachelet y García, están aprovechando el contencioso marítimo, para tratar de arrastrar, en nombre de la “unidad patriótica reaccionaria”, a la oposición de ambos países. “Lo que estamos buscando es consolidarnos con ellos como la gran familia latinoamericana, que debe buscar resolver problemas de la región de manera multilateral y no unilateral”, dijo el comandante Ollanta Humala (http://news.bbc.co.uk/hi/spanish/latin_america/newsid_4872000/4872122.stm). Y esto es correcto.Justamente, si damos un vistazo a las naciones que tienen grandes extensiones de mar como Brasil o Argentina, podremos ver que los problemas de la pobreza son el pan de cada día. Por esta razón, la única salida para este problema es la ruptura total con el sistema capitalista y la conquista de una Federación Latinoamericana que, a través de la nacionalización de la economía, permita la integración social de nuestros pueblos.
Pero estas rencillas políticas no son nada nuevo. Nuestra historia está llena de conspiraciones y enfrentamientos bélicos. La Guerra del Pacífico de 1879-84 (cuando nos quitaron Tarapacá y Arica), así como posteriormente el Plan Cóndor, impulsado por Pinochet (agente de USA) en 1973, demuestran claramente, que el Estado chileno, tiene la aspiración de “potencia regional” (quito Antofagasta y el mar a Bolivia), bayoneta del imperio del norte.
Por eso no es casualidad que el actual contencioso se de en una coyuntura política andina muy convulsa. Toda la región está caracterizada por un proceso transformador que ha desembocado en gobiernos nacionalistas de izquierda en Venezuela, Bolivia, Ecuador, etc. Ya hemos visto como la derecha boliviana utilizó esta cuestión para evitar la llegada de Evo al poder. En el propio Chile, la administración de Bachelet, es una expresión distorsionada del proceso de rebelión social. No obstante, Bachelet, socialdemócrata como García Pérez, traicionó sus promesas y está aplicando el modelo neoliberal, que a fracasado en el mundo.
En las últimas semanas hemos podido ver como las luchas sociales han puesto a estos regímenes de derecha contra las cuerdas. Bachelet tuvo que ceder en el aumento de salarios de 14% a los trabajadores estatales. De igual modo, García, ha tenido que retroceder frente a inspiradores levantamientos sociales como el Moqueguazo. Y la tendencia, teniendo en cuenta nuestra dependencia de los mercados en recesión de EE.UU y Europa, es hacia una radicalización del movimiento que puede desembocar en una crisis de poder.
Entonces, que mejor para ambas derechas nativas, que alimentar, como antes, los odios nacionales. Bachelet y García, están aprovechando el contencioso marítimo, para tratar de arrastrar, en nombre de la “unidad patriótica reaccionaria”, a la oposición de ambos países. “Lo que estamos buscando es consolidarnos con ellos como la gran familia latinoamericana, que debe buscar resolver problemas de la región de manera multilateral y no unilateral”, dijo el comandante Ollanta Humala (http://news.bbc.co.uk/hi/spanish/latin_america/newsid_4872000/4872122.stm). Y esto es correcto.Justamente, si damos un vistazo a las naciones que tienen grandes extensiones de mar como Brasil o Argentina, podremos ver que los problemas de la pobreza son el pan de cada día. Por esta razón, la única salida para este problema es la ruptura total con el sistema capitalista y la conquista de una Federación Latinoamericana que, a través de la nacionalización de la economía, permita la integración social de nuestros pueblos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario